EL AMANTE, por Carlos Juan Bianchi

Foto: Ajith

Muchas personas tienen un amante. Muchas otras quisieran tenerlo.
Están las que no tienen amante o lo tenían y lo perdieron.
Estas últimas personas son las que habitualmente entrevisto en mi consultorio.
Me cuentan que están tristes o que tienen distintos síntomas enfermizos como por ejemplo insomnio, falta de voluntad, pesimismo, crisis de llanto o dolores diversos.
Agregan que sus vidas transcurren de manera monótona, solitaria y sin expectativas. Que trabajan nada más que para subsistir y que no saben en que ocupar sus tiempos libres. Se sienten aburridos y desesperanzados.
En consultorios anteriores lograron la condolencia de un seguro diagnóstico : “depresión” , y la infaltable receta del antidepresivo de turno.
Si he llegado a conocerlos es porque, obviamente, no mejoraron.
Entonces les digo que no necesitan un antidepresivo, que necesitan un amante.
Es curioso ver la expresión con que reciben el lacónico veredicto.
Están los que piensan: ¡como es posible que un profesional añoso se despache alegremente con una sugerencia tan poco científica !
También los que escandalizados no vuelven nunca más. Aclaro que a estos últimos los justifico, ya que en los tiempos que corren es natural ser cauto y desconfiado con las personas a quien uno recurre en el comprensible afán de buscar ayuda.
Los que deciden quedarse escuchan esta explicación:
Amante es: “lo que nos apasiona”.

Lo que ocupa nuestros pensamientos antes de quedarnos dormidos y a veces no nos deja dormir. Lo que nos ayuda a esperar el mañana o el tiempo necesario para el reencuentro con lo amado. Lo que nos vuelve distraídos frente al entorno. Lo que nos deja saber en nuestra secreta intimidad, que así, la vida tiene una motivación y un sentido pese a ciertos disgustos – que lo amado – suele provocarnos.

En definitiva, ¿ quién es este maravilloso amante que nos acerca a la felicidad y nos aleja del sinsentido ?

A veces lo encontramos en nuestra pareja, en otros casos en alguien que no es nuestra pareja. Pero también solemos hallarlo en la investigación científica, o la literatura, la música, la política, el deporte, el trabajo cuando es vocacional, la necesidad de trascender espiritualmente, la solidaridad para con el prójimo, el hábito de viajar, el teatro, la pintura, la amistad, la buena mesa, el estudio, o el obsesivo placer de coleccionar estampillas. En fin, es alguien o algo que nos pone de novio con la vida y nos aparta del triste destino de durar.

¿ Y qué es durar ?, durar es tener miedo a vivir.

Es dedicarse a espiar como viven los demás, es tomarse la presión, deambular por consultorios médicos, ingerir remedios multicolores, sumar privaciones, alejarse de las gratificaciones, observar con decepción cada nueva arruga que nos devuelva el espejo, cuidarnos del frío, del calor, de la humedad, del sol y de la lluvia, postergar la posibilidad de disfrutar hoy esgrimiendo el incierto y frágil razonamiento de que quizá podamos hacerlo mañana,

Termino con una sugerencia, más que una sugerencia una súplica al probable lector: por favor no se empeñe en durar, busque su amante y sea Ud. también un amante y un protagonista… de la vida, piense que lo trágico no es morir, ( al fin y al cabo la muerte nunca se ha olvidado de nadie ), lo trágico, es no animarse a vivir… mientras tanto.

Carlos Juan Bianchi

Fuente: www.carlosjuanbianchi.com.ar.
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Esta entrada, que tenía anteriormente el título «Hay que tener un amante, por Jorge Bucay», ha sido actualizada tras contactar con el verdadero autor del texto, el Dr. Carlos Juan Bianchi.
El texto figura en su libro «La pareja, un delicado equilibrio» (2° parte), Editorial Corregidor, año 1999, página 73.
En muchos portales y blogs de internet (como pasaba en este) se le atribuye por error al Dr. Jorge Bucay.

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EL AMANTE, por Carlos Juan Bianchi

7 comentarios en «EL AMANTE, por Carlos Juan Bianchi»

  1. completamente de acuerdo, enamorarse de lo que asemos y lo que compartimos es darle sabor a la vida.

  2. Me parece muy interesante. Una excelente recomendación. También me parece una causalidad haber encontrado en el muro de Claudia Bakun, un artículo que simplificado te hace llegar a la misma conclusión. Tal y como he escrito en su muro, yo de un modo coloquial, suelo decir que la cultura y el arte me salvan de la locura…Un abrazo Grego, me ha gustado mucho.

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