APEADERO por Juan Ramón Jiménez

El tren se va. Y en las dejadas soledades;
uno, en lo oscuro ya, se halla consigo mismo.
La voz baja es mayor que el silencio del mundo.
Es uno casi monte, casi agua, casi abismo.
Por la vereda, a veces, qué olores penetrantes
y fulgores de insectos orillan, tan perdido e íntimo
va uno en uno, que olvida la memoria internada
quién es uno, si es, si va a ser, si no ha sido.
La esquila de algún valle toca en el corazón.
Mujeres piadosas van a guardar en el río
su cuerpo bello con el secreto del mundo.
Y vuelve a ser compendio el lucero y el grillo.
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Fuente: https://trianarts.com
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